El inicio del viaje fue un vuelo directo de unas 3 horas desde Madrid al Aeropuerto Internacional Berlin-Schönefeld. De allí un tren me llevo, casi sin saber como al centro de Berlín, concretamente al Barrio Turco de Kreuzberg. El sueño y el madrugón para llegar sin prisas al Aeropuerto de Barajas hacían mella, y un café parecía ser la mejor solución para contrarrestar...
Tras un día de adaptación a mi nuevo barrio tocaba la típica visita al centro y las zonas más turísticas de la ciudad. Armado de un plano de metro y unos pocos apuntes comencé la expedición en busca de los monumentos, zonas, parques, torres, arquitecturas varias y tiendas que tenía marcados...
Unas cuantas horas de pateo y un par de viajes de metro fueron suficientes para ver casi todo lo importante. Eso si, la Isla de los Museos o Museumsinsel, tuve que dejarla para el último día, y la falta de tiempo hizo que tuviese que elegir entre uno de ellos: el Museo de Pérgamo, lleno de joyas de la antigüedad egipcias, babilónicas, mesopotámicas, romanas, griegas... y la más impresionante de ver fue el busto Nefertiti, pero impresionante de verdad.
No todo iba a ser "cultura" pura y dura, ya que Berlín destaca por otras muchos aspectos...
También repartidos por varios puntos de la ciudad, como huellas de una época pasada, se encuentran restos del mítico Muro de Berlín, y la parte mejor conservada y más característica del Muro es el East Side Gallery.
Otra forma de "cultura" berlinesa es el graffiti y street art, que puedes encontrar en toda la ciudad en mayor o menor medida. El centro y la zona mas comercial destaca por sus numerosas galerías de arte, pero sus calles esconden otros tesoros: graffitis, tags, stickers y otras muestras de street art.
Pero sobre todo es en los barrios menos turísticos donde se puede ver graffiti, como si de una galería especializada en ello se tratase. Según te alejas del centro afloran piezas y firmas, algunas con más de 10 años, testigos y muestras de lo que una vez la ciudad fue en cuanto a este movimiento. Las crews más potentes de Alemania con sus típicos altos y rodillazos, los europeos más viajeros, leyendas americanas y por supuesto, españoles, han dejado su huella en las calles y rincones de toda la ciudad y de todas las formas posibles en los últimos años, y esta no ha sido borrada, por lo que convierte a Berlín en un gran museo para todos los amantes del graffiti.
Espero volver pronto...Tschüss Berlín!!!
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